divendres, 25 d’octubre del 2013

Pasión por Delantera Mítica de Quique González

No me canso de escuchar “Delantera mítica” de Quique González. Llegué al artista madrileño a raíz de la versión que hizo de “Aunque tú no lo sepas” mi poema preferido de mi poeta favorito, Luís García Montero. Más que versión se trata de una inspiración pues es una composición completamente libre a partir del poema, del que conserva el espíritu más que la letra. Aún así es una canción preciosa. Este poema también inspiró un cuento breve a Almudena Grandes que a su vez se convirtió en una película. Pero creo que esto ya lo expliqué una vez aquí.

El caso es que el poema me llevó al músico y lo fui descubriendo poco a poco, sin llegar a atraparme, hasta su último trabajo. Cada vez que lo oigo capto un matiz nuevo, una palabra o una frase que me había pasado inadvertida y que me dispara directamente al corazón.

Las canciones de “Delantera mítica” cuentan historias que suceden en Dallas, en Memphis, en casinos, en garajes, en talleres mecánicos, en bares de carretera. En esta atmósfera, las letras están salpicadas de grúas, motos, revólveres, balas, escopetas, gasolina, pasaportes falsos, autopistas,

Un ambiente que a simple vista puede parecer duro e incluso sórdido pero que de pronto una palabra, una frase convierten casi en escenarios líricos. Y es que González habla de abandono, de rencor, de pérdida, de arrepentimiento, de añoranza y de olvido.  

Dejaré que se escape si depende de mí

“Fuimos una delantera mítica
y lo entiendo pase lo que pase,
porque te llevo en el corazón.

A decir verdad había química
y te espero cuando todo estalle,
porque te llevo en el corazón”

Un streptiss encima de un piano de cola, 
Un milagro, que ocurre en el cine.”

“El misterio dura más que la certeza”

“Cuando te vuelva el corazón a su sitio, 
me lo agradecerás. 
Dónde estarás si estoy vivo, 
dónde olvidé mi silla de montar”


“Me basta con saber, me basta con saber, 
que sigues viva, que sigues viva. 

dijous, 24 d’octubre del 2013

Visitas imprescindibles en Varsovia


Ya expliqué que aunque mucha gente considera que Varsovia es fea y  no hay nada que ver, a mí me encantó. De hecho, estuvimos cinco días y nos quedaron cosas por ver, la excusa perfecta para volver.

Sin duda, la zona más bonita de la capital polaca es el casco histórico, que fue reconstruido al 100% después de la II Guerra Mundial puesto que fue completamente devastada por los furiosos bombardeos nazis. Hitler se ensañó para castigar la osadía de la población de Varsovia de rebelarse contra su ocupación al levantarse en armas en verano de 1944.

Para reconstruir la ciudad se inspiraron en fotografías y en pinturas, especialmente en las de artista del s. XVIII Bernardo Belloto. Tal vez eso explique que el centro de Varsovia parezca sacado de un cuento de hadas, de una película de época. El esfuerzo de reconstrucción y la belleza de su resultado merecieron que Varsovia forme parte de la lista mundial del Patrimonio de Unesco.

Además de admirar los trabajos de reconstrucción, visitar la capital de Polonia es adentrarse en la historia del siglo XX.

La ciudad antigua
Un buen punto de partida para visitar el casco histórico de Varsovia es la plaza Zamkovvy, una esplanada enorme que nos ofrece vistas de algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad: el palacio, la columna de Segismundo, las murallas de la ciudad, las casitas de colores.

Los 22 metros de la columna de Segismundo presiden la plaza y se han convertido en un punto de encuentro. Se trata de uno de los reyes más importantes de la historia de Polonia que trajo esplendor y poder al país. Justo enfrente encontramos el Palacio Real, un imponente edificio de ladrillo rojo que ofrece un marco precioso a la imagen de la plaza pero no tiene demasiado interés en su interior.

Un extremo de la plaza se adentra en el casco histórico y el otro es el inicio del camino real (Krolewski) que conectaba Varsovia con Cracovia. Es una calle larguísima elegante y hermosa, llena de edificios históricos, iglesias, palacios, la universidad, la estatua en recuerdo de Copérnico, el Palacio Presidencial donde vive el presidente del país, la Academia de Bellas Artes, la Iglesia de la Santa Cruz, etc. Desgraciadamente, hoy gran parte de esa calle está ocupada por cadenas de tiendas y restaurantes dirigidos al turismo, ese aspecto sin identidad ni alma que acaban teniendo todas las calles comerciales de Europa, unas exactamente iguales a las otras que no sabes si está es Londres, Atenas o Budapest.

El corazón del casco histórico de Varsovia es la Rynek Stare Miesto, la plaza mayor, que está presidida por la estatua de la sirenita guerrera. Según cuenta la leyenda, esta sirenita es hermana de la otra famosa sirenita, la de Copenhague. Explican que las dos hermanas huyeron de las frías aguas del mar Báltico. Una de las hermanas, cansada de nadar, se quedó en Dinamarca y la otra llegó hasta Varsovia, donde fue captura y expuesta como en un circo. Esta sirenita que se llamaba Szawa fue liberada de su captor por un joven pescador llamado War. No hay que ser muy listo para sumar 2+2 y ver cómo se formó el nombre de Warsawa, que es Varsovia en polaco.

La misión de la sirenita era proteger a la ciudad de todos los males, por eso va armada de una espada. Sin embargo, poco efectiva ha sido en su tarea porque la capital polaca ha sido una de las más castigadas por la historia en Europa.

La de la plaza vieja es la más conocida, pero toda Varsovia está repletas de sirenitas. Grandes, pequeñas, en escudos, tiendas, farolas, adoquines, fachadas, escudos, veletas. Nadie sabe cuántas sirenitas viven en Varsovia.


Detrás de la enorme plaza mayor del barrio viejo hay una pequeña plaza encantadora que acoge la Canonjía, una campana fundida hace más de 400 años. Justo al lado está la catedral de San Juan, la iglesia más antigua de Varsovia, arrasada tras la II Guerra Mundial.




La ciudad nueva



Aunque se le llame ciudad nueva por contraposición al barrio antiguo, esta parte de Varsovia fue fundada en el siglo XIV. Aunque están una frente a la otra, separadas por una calle, las dos ciudades tuvieron independencia durante muchos siglos. Cada una tenía su propio ayuntamiento, tienen su propia plaza mayor, su parroquia.

Uno de los lugares más interesantes de la ciudad nueva es la casa-museo de Marie Sklodowska, conocida como Marie Curie. En la fachada del edificio unos misteriosos dibujos representan a la Marie niña, científica y madre. Una mujer que pese a nacer cuando Polonia no existía como país sino que formaba parte de Rusia. Y tal vez para reivindicar la existencia de su tierra olvidada, le puso Polonio a uno de los elementos descubiertos que le dieron el Premio Nobel.

Separando la ciudad nueva de la ciudad vieja encontramos la muralla que rodea el casco antiguo y está muy bien conservada. Se puede recorrer desde la parte superior.

La Varsovia de la II Guerra Mundial
El gueto de Varsovia fue el más grande de Europa. Ya nada queda de él. Hoy es un barrio gris de bloques de cemento. Sin embargo, toda la zona recuerda la barbaridad que allí hubo con huellas y monumentos. Debido a la dispersión de estos lugares y a la desolación del barrio, es recomendable una visita guiada para descubrir los rincones más importantes de esta historia. En algunos puntos del suelo están marcados los trazos de donde pasaba el muro del gueto, en la calle Sienna aún podemos algunos de sus restos, también podemos visitar la  Umschlagplatz, el Monumento a los Heroes del Guetto, la prisión, el puente que dividía el gueto o el cementerio judio. En 21 lugares alrededor del antiguo muro han sido colocadas placas con el mapa del gueto.

Creo que la Varsovia judía merece una entrada entera del blog, así que lo publicaré en los próximos días.

En las murallas de la ciudad tienen un momento al Pequeño Insurrecto, como homenaje a los niños que participaron en el levantamiento contra los nazis. En el día de celebración, está repleto de flores, velas, y niños que visitan la estatua. En la entrada de la ciudad nueva también encontramos el monumento al levantamiento de Varsovia, un conjunto escultórico de bronce que muestra a los insurrectos surgiendo de las alcantarillas y luchando en las ruinas de la ciudad.

La Varsovia comunista

El Palacio de Cultura y Ciencia es posiblemente el icono que representa la etapa comunista de Varsovia. Construido en 1955, es uno de los edificios más altos del país con 234 metros. Y desde el primer día hasta nuestros días ha sido un edificio polémico.

Fue lo primero que vi de Varsovia cuando salí de la estación de tren. Y resulta impresionante nada más descubrirlo. Las opiniones se dividen sobre si es bonito o feo, pero nadie duda de su imponencia. Es un claro ejemplar de ese tipo de construcciones totalitarias con su enormidad descomunal para demostrarle a la población quien tiene el poder, para que se sientan pequeños, humillados e indefensos. Aunque fue un regalo de Stalin al pueblo de Polonia, es realmente un símbolo de la dominación soviética. Se trata de un edificio con más de 3.000 habitaciones que alberga cines, teatros, salas de conferencias, exposiciones y el reloj más alto del mundo.



Tomarse una Cocacola en la terraza del bar que hay en la antigua sede del partido comunista en Polonia parece una ironía. También lo fue que tras la caída del comunismo, en este edificio se ubicó la bolsa de valores de Polonia. Y en la actualidad es la sede del Centro Bancario y Financiero. Así, sin rencores. Sin poner el dedo en la yaga. El que durante 30 conocidos fue un edificio inexpugnable temido y conocido como “la casa blanca” es hoy un monumento muy interesante.

La estética monumental, gris, de cemento, domina una parte de la ciudad con edificios y avenidas de estilo soviético. Ciertamente, no es una parte atractiva estéticamente pero sí una visita histórica interesante si se hace acompañado de un guía para conocer la vida en Varsovia bajo la dominación soviética. El control, la censura, el miedo, el mercado negro, lo absurdo del sistema, las burlas de la población, la escasez, la falta de libertad.


Otros tesoros de Varsovia
  •  Una de las mejores vistas de la ciudad la encontramos en el tejado de la biblioteca universitaria de Varsovia que es un jardín elevado completamente gratis. 
  • El camino real nos lleva hasta el Parque Lazienki, posiblemente el parque más bonito de todos los que tiene Varsovia. Y mira que tiene. Un cuarto de su superficie son zonas verdes y tiene 20 parques naturales y bosques en sus límites. Los domingos por la mañana de verano, el monumento a Chopin y su gran y preciosa esplanada acogen conciertos gratuitos de música clásica a manos de músicos de renombre. 
  •  Los bancos musicales: Varsovia es la ciudad de Marie Curie y también la de Chopin. Existen rutas organizadas para seguir los pasos del músico genial. También lugares marcados que fueron importantes en la vida del Chopin como la Iglesia de Santa Cruz donde está su corazón (el resto del cuerpo está en el cementerio de Père Lachaise en París) o su casa natal. A lo largo de toda la ciudad podemos encontrar bancos donde podemos escuchar música compuesta por Chopin.
  • El acantilado de los desperdicios es una colina que hay junto a la plaza mayor del barrio antiguo. Lo que hoy es un mirador sobre el Vístula fue el vertedero de la ciudad.
  • La gastronomía: se come divinamente en Varsovia. Las carnes, los guisos, los pirogi, los dulces. Y muy bien de precio. Hay una cadena de comida tradicional polaca muy económica y muy buena, donde el personal va vestido con traje tradicional. A parte del detalle folclórico, vale la pena. 
  • Las visitas guiadas se pueden hacer gratis en inglés con FreeWalkingTours. Las visitas duran entre dos horas y media y tres horas, el inglés se sigue con facilidad y los guías muestran mucho interés y conocimiento del tema. Se paga la voluntad pero vale la pena. 

dimarts, 22 d’octubre del 2013

El levantamiento de Varsovia


 Aunque me interesa mucho la historia y especialmente la de la II Guerra Mundial, nada sabía del levantamiento de la ciudad de Varsovia contra la ocupación nazi. Teniendo en cuenta los ingredientes de aventura, pasión, lucha y derrota, me asombra que hay sido un episodio tan desconocido de la historia de esa contienda tan explicada, tan narrada, tan filmada. Supongo que se debe a que los protagonistas no fueron ni americanos, ni británicos ni franceses, sino que los héroes son polacos así que no debe haber resultado demasiado atractiva a escritores y guionistas. Aquí hay una gran novela o una gran película por hacer.

Además de por lo que tiene de descubrimiento de un hecho desconocido y por la evidente emoción de la historia, se ha añadido a mi atracción la casualidad de coincidir en la ciudad el Día de celebración del Levantamiento.


El 1 de agosto del año 1944, el pueblo de Varsovia se levantó en armas contra la ocupación nazi.

Cómo se rebela una ciudad que lleva cuatro años sometida? Cómo reunir las fuerzas para levantarse del suelo cuando llevas tanto tiempo pisoteada? De dónde sale la rabia, la energía, el coraje para desalmada, indefensa, herida y abatida plantarle cara a un enemigo que es uno de los ejércitos más crueles y poderosos del mundo? Y es que Varsovia sufrió los estragos de la guerra desde el primer día. Literalmente. Las bombas nazis empezaron a caer en Varsovia el 1 de septiembre de 1939. Y al cabo de una semana ya fue asediada. A pesar de la valerosa resistencia de su población, sólo pudo aguantar hasta final de mes el asedio del ejército. Vencida, derrotada, caída fue víctima del ensañamiento, la humillación y la opresión de sus ocupadores. Bombas, las purgas, detenciones, torturas, asesinatos masivos, asesinatos indiscriminados, campos de trabajo, campos de concentración, campos de exterminio, miedo, persecución, hambre, frió, escasez, miseria, enfermedades, el gueto, Varsovia no tuvo ni un solo día de tregua en el horror de lo que supone una guerra.

Y aún así, en agosto de 1944 dijo basta. De dónde sacó el coraje? Nos preguntábamos antes. De la dignidad, del espíritu de supervivencia, del alma que no se rinde. Y otro estímulo. El impulso de liberar ellos mismos su propia ciudad, y no debérselo a otro enemigo. Y es que cuando Varsovia se levantó había llegado hasta las puertas de la ciudad el ejército soviético que estaba haciendo recular a los alemanes. Durante los días y semanas de lucha por la liberación/ocupación de Varsovia, donde la población asediada resistía y luchaba con lo que podía, con las fuerzas que le quedaban, los soviéticos se lo miraron todo tranquilamente desde la otra orilla. Sin mover un solo dedo, dejando que los nazis fueran exterminando a los polacos. Dejando que sus enemigos se mataran mutuamente, para luego poder entrar tranquilamente en una ciudad arrasada. Tras la derrota de Varsovia y la aniquilación de la ciudad a manos de los nazis, llegó la liberación soviética. El 17 de enero el Ejército rojo cruzó El Vístula para liberar Varsovia. Liberación de qué? De los escombros que quedaban, del polvo, de los cadáveres? Qué liberaron los soviéticos? Un fantasma. Aún así, la liberación soviética volvió a ser sinónimo de ocupación y sometimiento, esta vez durante cuarenta años más. Pero esa es otra historia.


La insurrección empezó con la organización de un ejercito en el interior de Varsovia que reunía 23.000 personas, sólo una parte armada, evidentemente con las armas que habían conseguido en la clandestinidad. A ellos se les unió la resistencia que había estado luchando contra los nazis. Y la población civil voluntaria, hasta conseguir reunir unas 50.000 personas. Un ejército civil cuyo mando estaba en Londres en el exilio.
El levantamiento se convirtió en una lucha heroica que duró 63 días. Ese ejército desarmado, casi ni profesional, hecho de rabia, coraje y buena voluntad aguantó tres meses a la guarnición alemana formada por 150.000 hombres y equipada con aviación, carros blindados, artillería, etc. frente a los revólveres y cocteles molotov que tenían los polacos.

Una lucha suicida mantenida con valor que resistió hasta el 2 de octubre cuando se acabaron las armas, la munición y las personas con las que defender la ciudad. Después de la rendición, la población superviviente fue enviada a campos de concentración y de trabajo. La ciudad destrozada era solo un fantasma, pasto de los incendios y del pillaje. Cuentan que Hitler se enfureció tanto ante el atrevimiento de Varsovia de plantarle cara que él personalmente dirigió los bombardeos que tras las derrota dejaron la ciudad convertida en escombros. Literalmente, de nuevo.

Es escalofriante ver las fotografías de la ciudad completamente destruida, con ningún edificio en pie. Tal cual la vemos en la película El Pianista cuando sale de su encierro y se encuentran con un desierto de piedras y escombros. El 80% de los edificios de Varsovia fueron destruidos, y 800.000 personas perecieron, más de la mitad de la población. Si sirve de comparación para contextualizar las cifras. Varsovia perdió en tres meses 800.000 personas, mientra que el Ejército británico perdió 280.000 personas en toda la II Guerra Mundial.

Después de la guerra se llegó a plantear olvidarse de Varsovia y trasladar la capital a otro lugar. Total, allí ya no quedaba nada. Sin embargo, finalmente se decidió reconstruir, o construir nuevamente la ciudad, siguiendo el aspecto original de la ciudad. La reconstrucción es una auténtica obra de arte. Para volver a crear la ciudad tal y como era antes de la guerra, se inspiraron en cuadros, pinturas y fotografías que habían captado los diferentes rincones de la ciudad. También hubo que construir de cero una ciudad nueva para acoger a la población que regresaba de los campos de concentración: viviendas, servicios, calles, escuelas, hospitales, tiendas. Desgraciadamente para la ciudad, como de toda esta parte se encargaron los soviéticos que eran quienes habían ocupado la ciudad construyeron bloques de cemento impersonales y prefabricados, el aspecto que ahora e da su mala fama de ciudad gris y triste.

Coincidir en la ciudad el 1 de agosto es una fecha muy emocionante. Es festivo local en Varsovia, así que todo el mundo está en la calle celebrando el aniversario. En cada iglesia, en cada rincón, en cada fachada hay flores y banderas recordando los lugares donde cayeron los insurrectos. Señores mayores se ponen sus uniformes y sus medallas y salen a recordar las batallas que perdieron. En el centro histórico se recrean las batallas más importantes, con todo el mundo vestido con ropa de la época, los pequeños tanques que utilizaron los nazis para destrozar la ciudad, velas en los monumentos que recuerdan a los caídos. Y a las cinco de la tarde, hora en que se inició el levantamiento, toda la ciudad se detiene durante cinco minutos. Es impresionante ver a todo el mundo detenerse de pronto y guardar silencio. Trenes, coches, autobuses, niños, mayores, chicas de compras, señoras con perrito, todo absolutamente quieto.


Para conocer mejor la historia de aquel momento Varsovia cuenta con el Museo de la Insurrección que es gratis los domingos, y se nos quedó pendiente para la próxima visita.

dilluns, 21 d’octubre del 2013

Varsovia, la belleza de las cicatrices

“Cracovia es la bonita, y Varsovia muy fea”, “Varsovia es la que fea, no?” “Varsovia es una ciudad muy gris”,“En Varsovia no hay que ver”, estos son algunos de los comentarios que solía hacerme la gente cuando explicaba que iba a pasar unos días en Varsovia. Seguramente porque ante tanta crítica negativa lleva las expectativas muy baja sumado a que Varsovia ya despertaba mi simpatía al ver como la trataban como la hermana fea, la verdad es que la capital de Polonia me cautivó. Me ha pasado otras veces que por oposición a la mayoría me acaba gustando mucho la ciudad considerada fea en comparación con su hermana bonita. Me pasó con Gijón frente a Oviedo, con Bilbao frente a Donosti, con Bruselas frente a Brujas, Belfast frente a Dublín. Ahora me está pasando lo mismo con Milán. Cuanto más me dice la gente lo fea que es la ciudad a donde voy a pasar mis próximos días libres, más cariño le cojo.

Suelen ser estas ciudades industriales, casi siempre obreras, en ocasiones portuarias que no pretenden nada, que no le dan importancia a las apariencias, auténticas y honestas, humildes y sinceras, que ofrecen con las manos abiertas todo lo que tienen: callos, arrugas, cicatrices, heridas, ojeras. Son ciudades curtidas, luchadoras, que han tenido una vida intensa y difícil. A su lado, todo el mundo admira la belleza evidente de sus hermanas, señoritas burguesas o artistocráticas, encantadoras, que adoras al primer vistazo. Hermosas con sus delicosos vestidos, sus maquillajes y sombreros. Señoritas bien que han tenido una vida entre algodones. Cultas, cuidadas, educadas y delicadas. Es evidente que toda metáfora es una generalización exagerada, pero las imagino así. Por supuesto que me encantan Cracovia, Oviedo, Donosti y no podría negar que son ciudades más hermosas, pero sus hermanas con sus cicatrices  tienen un lugar más preciado en mi corazón.

También Cracovia y Varsovia podrían representar esas mismas hermanas con vidas opuestas. Y sería injusto decir que Cracovia no ha sufrido, siendo una ciudad polaca con lo que le ha tocado padecer en la historia a ese país. Sin embargo, por poner sólo un ejemplo, Cracovia no sufrió bombardeos ni destrucciones en la II Guerra Mundial mientras que Varsovia fue prácticamente arrasada. También la población de Cracovia sufrió el sometimiento de la ocupación nazi, pero fueron especialmente los judíos los más represaliados, mientras que en Varsovia la ciudadanía de todos los credos y clases sociales fue oprimida salvajemente. También hay que decir que como las otras hermanas feas, su espíritu era luchador y rebelde así que se revolvió indómita contra el poder nazi. El fuerte movimiento de resistencia de Varsovia y los levantamientos en el gueto y luego toda la ciudad entera son claros ejemplos del alma valerosa de esta ciudad. Sólo hay que ver que el símbolo de la ciudad es una sirenita armada con una espada, dispuesta a defender la ciudad.

Como Berlín, Varsovia es una ciudad fascinante porque adentrarte en sus calles y en sus barrios es revivir la historia del siglo XX. Pero a diferencia de la capital alemana que parece que cuenta con unanimidad en la admiración que despierta, Varsovia tiene un casco histórico precioso que además por sí mismo ya habla de ese espíritu de superación.


También hay que confesar que todo este interés histórico que esconde la capital polaca se aprecia mucho más si se visita acompañado de alguien conocedor de la ciudad y de su historia que nos vaya desvelando los episodios más importantes de cada rincón de la ciudad: una visita por la ciudad vieja, por la ciudad nueva, por la Varsovia comunista, por las huellas del gueto, por la Varsovia de la resistencia y el levantamiento durante la II Guerra Mundial son algunos de los paseos fascinantes que ofrece la capital polaca.

divendres, 11 d’octubre del 2013

Tienes que leer a Alice Munro

“Tienes que leer a Alice Munro” llevo meses repitiendo esta frase a casi todas mis amigas (mis amigas lectoras lectoras, claro). Pero mi poder de convicción deber ser mínimo porque no he logrado ni una sola lectora para la genial escritora canadiense. En mi defensa alegaré que en frío es difícil convencer a alguien para su lectura. “Y de qué van sus libros?” Te preguntan. Y mientras lo explicas te das cuenta que estás perdiendo la partida. “Va de mujeres”. “De mujeres extraordinarias?”. No, de mujeres normales, anodinas, corrientes, vulnerables, no son heroínas, de hijas, de madres, de hermanas, de mujeres solteras, divorciadas, viudas, casadas, jóvenes, mayores. Mujeres que viven sobre todo en zonas rurales de Canadá, algunas en Vancouver o en Ontario. “Y qué les pasa a esas mujeres?” Te preguntan para buscar un motivo estimulante para decidirse por esa lectura. No les pasa nada, a veces ese es el problema. Nada extraordinario, nada que no les pase al resto de las mujeres de la humanidad. Tienen dudas, deseos, vergüenza, hastío, rabia silenciosa, no a veces no saben si quieren a sus parejas, se sienten avergonzadas por sus padres, distantes de sus hijos, y casi siempre están en desacuerdo con su vida y su destino. Y siempre se sienten solas.

Por eso ayer me alegré tantísimo cuando me enteré que le habían concedido el Nobel de Literatura a mi cuentista favorita. Alguien que te habla con tanta proximidad y profundidad que parece que se lo hayan dado a alguien que conozco, a una amiga mía. Me alegré por el reconocimiento a la escritora, y porque al fin tendré motivos objetivos para convencer a mis amigas, y al resto del mundo, que lean a Alice Munro.

Y es que para que se cautive Alice Munro no valen los argumentos fríos. Hay que empezar a leerla y ya desde la segunda línea te sumerges en su universo, entiendes a sus personajes, sus dudas, sus miserias, sus sueños. Me encanta la sencillez de sus tramas, donde aparentemente no sucede nada pero que va tejiendo sin que te des cuenta temas universales. Munro logra historias extrapolables a cualquier lugar de mundo a partir de relatos que tienen lugar en un universo tan limitado como son las zonas rurales de Canadá. Cuantas veces leyendo un cuento, un párrafo, una frase he sentido que Munro estaba tocando una tecla muy íntima de mi alma o un punto de acupuntura de  mi cuerpo.


No recuerdo ninguna historia en concreto pero recuerdo a las mujeres que las protagonizan. La divorciada que va a pasar unos días al hostal de un pueblo pesquero, la adolescente que trabaja vaciando pavos, de la mujer madura que acompaña a su padre al hospital, de la señora que acoge en su casa a sus cuñados modernos, de las tías solteronas vivarachas y gorditas de la protagonistas, de las tías solteronas mustias y analfabetas encerradas en su granja desde la infancia. Historias donde no pasa nada pero la rebelión, la tensión está reprimida, escondida, a punto de desatarse. A veces estalla, pero la mayoría de veces no. Como la vida misma. 

La sencillez de sus tramas está en coherencia con su manera de explicar las historias. Lo hace con un lenguaje claro, sutil, sencillo, sin fuegos artificiales, sin cursilerías, sin trampas, que no pretende impresionarte. Todo lo contrario, su objetivo es no llamar la atención, ser discreto, que no notes que está ahí, discreto, para que te confíes y así te dejes llevar, te abandones a su arrullo. 

Gracias al Premio Nobel estos días los diarios han publicado muchos artículos emotivos sobre la literatura de Munro, ha sido muy reconfortante encontrar en ellos las mismas sensaciones que he vivido como lectora

- Una fascinación ilimitada. Antonio Muñoz Molina.
- Un relato emotivo a la altura de los grandes cuentistas universales.
- Todos los lugares del mundo. Clara Sánchez
- Huída y vocación. Antonio Muñoz Molina
- Nadie como ella. Antono Muñoz Molina.

dimarts, 17 de setembre del 2013

Tres dies a Cracòvia

És una ciutat petita, amable, encantadora, acollidora, fàcil, per veure amb tranquil·litat i passejant. Tot queda a prop, així que no obliga a grans desplaçaments. Té tants edificis històrics que ja va formar part de la primera llista que va fer la Unesco de Patrimoni de la Humanitat.

La rivalitat entre Cracòvia i Varsòvia és l’habitual que existeix entre les dues grans ciutats d’un país, amb l’afegit que Cracòvia havia estat capital de Polònia fins al 1596. Durant molts anys va pertànyer a l’Imperi Austríac (quan russos, austríacs i prussians es van repartir Polònia fent-la desaparèixer del mapa). Àustria no va ser un país massa repressor i va prosperar cultural i intel·lectualment. Així té una de les universitats més antigues i importants d’Europa on van estudiar personalitats com ara Copèrnic o el Papa Joan Pau II.

Al contrari que la seva germana Varsòvia que va ser pràcticament destruïda, Cracòvia va sortir miraculosament il·lesa de II Guerra Mundial. No va patir bombardeigs ni combats. De fet, el màxim dirigent nazi responsable de la ciutat es va enamorar de Cracòvia i la volia convertir en la seva caserna general, fet pel qual expliquen que no la van atacar. Però no explica que tampoc no la bombardegessin els aliats.

El casc antic

Rynek Glówny: la imatge més popular de Cracòvia és la seva enorme plaça medieval. Fa 200x200 metres i data de 1257, malgrat els seus edificis no són d’aquella època sinó neoclàssics. La plaça és un lloc de trobada, on s’aplequen els turistes, on hi ha bars, restaurants, amb terrasses amb música en directe, calesses amb cavalls, parades de souvenirs, paradetes de mercats d’artesans en alguns dies concrets.

Al centre de la plaça hi ha el “mercat dels draps” del s. XV i amb arcs d'estil renaixentista. Era un mercat tèxtil on avui acull botigues de souvenirs. Altres visites interessants de la plaça són la torre de l’Ajuntament, l’única estàtua moderna del centre de Cracòvia que és un cap de ferro, l’església de Santa Bàrbara i l’església de Santa Maria que és molt popular per dos motius. Una perquè té dos torres desiguals envoltades d’una llegenda sobre dos germans que competien per veure qui feia la torre més alta fins que l’ambició va fer que un matés l'altre. L’altre atractiu és que cada hora, des de la torre de l’església de Santa Maria, un trompetista toca una cançó als quatre vents. O sigui, la toca quatre vegades, una des de cada finestra de la torre. La cançó queda interrompuda abruptament gairebé al final. L’explicació és una nova llegenda. Narra la història d’un trompetista que va avisar amb aquesta cançó a la ciutat d’un ataca enemic, i una fletxa li va travessar el coll sense deixar que acabés la cançó.

També es poden visitar les restes de l’antiga plaça situades alguns metres per sota de l’actual.

El castell de Wawel: de la plaça del centre de Cracòvia surt un dels carrers més comercials i populars, el carrer Reial, que porta entre palauets, esglésies, botiques de souvenirs i gelateries al castell. Elevat sobre un turó molt petit. S’accedeix ràpidament a una plaça enorme on està concentrada l’entrada al palau i a la catedral. No ens van recomanar la visita al castell, i sí a la catedral, i així ho vam fer. Des de fora, la catedral és una barreja impossible d’estils i cúpules superposades. Bàsicament es tracta d’una catedral gòtica però al llarg dels anys i segles es van anar afegint capelles, cadascuna seguint les modes de cada època. La més cridanera és la cúpula daurada de Segismundo d’estil renaixentista.

Un altre aspecte que crida l’atenció abans d’accedir a la catedral per la seva estreta i poc majestuosa escala són els ossos d’animals penjats d’un fil que presideixen l’entrada. Es tracta d’uns ossos prehistòrics que es consideren màgics i protegeixen la ciutat mentre no caiguin del fil. Certament, uns símbols pagans i supersticiosos que poc tenen a veure amb una catedral catòlica. I seguint amb l’espiritualitat poc cristiana d’un recinte tan cristià, una curiositat. Segons els erudits esotèrics hindús, Shiva va llançar 7 pedres que estan repartides pel món creant llocs d’energia, són els 7 chakres. Doncs, resulta que un d’aquests 7 chakres està al castell de Wawel, on hi ha una església que va ser la primera catedral de Cracòvia. Així que també s’ha convertit en un centre de peregrinació per als hindús, que va visitar fins i tot el president indi Nerhu.

El Sant Jordi de Cracòvia: I més curiositats paganes d’un lloc tan religiós. Un dels símbols de Cracòvia és el drac. Un drac que vivia en una cova i tenia espantada la ciutat. A algú li sona aquesta història? Sovint ens pensem que les nostres llegendes són úniques i originals, i després descobreixen que són versions d’altres històries que existeixen en altres parts del món. Doncs resulta que també tenen una versió de la nostra llegenda de Sant Jordi. També tenen el seu drac i el seu príncep que va matar el drac i va salvar la ciutat. A la falda del castell es pot veure el drac de ferro que llança foc i fum i entrar a la cova, però ens va semblar una “turistada” i no hi vam entrar.

La muralla i el jardí: el casc antic de la ciutat està vorejat per l’antiga muralla i en el lloc del fossat hi ha un esplèndid jardí, el Planty, que és com una ronda verda que encercla la ciutat. Un lloc on descansar, relaxar-se, fer tai-chi, córrer, llegir, accessible a un minut de la plaça del centre. La muralla era una fortificació doble que es construir durant 200 anys, amb 3km de longitud, i que va protegir la ciutat tot el que va poder dels nombrosos atacs que va tenir al llarg de la seva història. Es conserva gran part de la muralla i algunes de les 8 portes d’accés. En una d’aquestes portes trobem la Barbacana, un bastió circular amb 7 torres perfectament conservat. És una de les poques construccions d’aquest tipus que queden a Europa, i és la més gran i potser la més maca.


El barri jueu i el museu Schindler
El barri de Kazimierz acull el que queda del barri jueu. El seu nom és un tribut al Rei Casimir III que va regnar a Cracovia en una de les èpoques de major poder. Era un monarca que estimava molt les dones i les arts, així a moltes de les seves amants els va construir preciosos edificis dels quals podem gaudir avui en dia. Aquell barri va ser independent de Cracòvia durant molts segles, tenint les seves lleis pròpies. Acollia dos barris: el barri catòlic i el barri jueu, que vivien en perfecta harmonia.

En la que va ser una de les ciutats d’Europa amb més població jueva avui no queden més que un centenar de jueus. Quan va començar la II Guerra Mundial dels 260.000 habitans que hi havia a Cracòvia, uns 65.000 eren jueus. Una part molt important de la seva població, per tant. Es calcula que només van sobreviure uns 6.000 jueus a Cracòvia. Així que només cal fer comptes. Es va aniquilar un 90% de la població jueva de Cracòvia.

Tenint en compte el fet que Cracòvia no va patir destrosses durant la II Guerra Mundial, van sobreviure 7 sinagogues. La més important d’elles és l’antiga sinagoga que va ser parcialment destruïda pels nazis i que avui acull el Museu jueu, una visita molt recomanable que introdueix a la vida i les tradicions jueves així com a la història del barri.

A uns metres, es troba la sinagoga i el cementeri de Remuh que és una de les poques que funciona actualment. El cementeri està reconstruït perquè els nazis el van fer miques. Un dels llocs més impressionants és tota la paret del cementeri que està feta com un puzzle de trossos de làpides que van trobar després de la guerra.

Avui és un barri animat, modern, ple de bars i restaurants on sortir a la nit. Però la gent de Cracòvia explica que durant anys va ser un barri abandonat. Es va posar de moda en portar milers de turistes després de l’estrena de La Llista de Schindler.

Per cert, una de les visites més interessants de Cracòvia és el Museo Oskar Schindler que està situat en l’antiga fàbrica de l’alemany que va salvar més de 1.000 jueus durant la II Guerra Mundial i que va fer famós Steven Spielberg. La veritat és que creuar sota l’arc blanc de l’entrada de la fàbrica posa una mica la pell de gallina. A més de visitar els llocs que es conserven de la fàbrica, com el despatx del Sr. Schindler (decorat amb una escultura enorme feta de pots de llauna que eren els objectes que es fabricaven allà) el més interessant és l’exposició que recrea la vida a Cracòvia sota l’ocupació nazi. Així han recreat un portal on s’escolten veus d’alemanys que et vénen a buscar de matinada, un refugi clandestí claustrofòbic, les habitacions sobreocupades del gueto, una cantera on treballaven els jueus, una estació de tren d’on sortien els trens cap als camps de concentració,  una perruqueria de l’època, un passadís terrorífic ple de banderes nazis, una zona que imita les parets del mur del gueto. Es tracta d’un museu interactiu molt ben aconseguit i molt impressionant.

El museu està en un dels límits del gueto de Cracòvia, al costat de la plaça d’on sortien els trens camí dels camps de concentració.  En aquell lloc hi ha una plaça freda de ciment plena de cadires que representen la cruel espera. Expliquen que els nazis arribaven a vendre als jueus més benestants bitllets de tren per anar als camps de concentració. I és que ells no sabien a on anaven. A un lloc millor, lluny de l’amuntegament de persones del gueto. De fet, els nazis els deien que agafessin les seves millors possessions per anar a aquell lloc millor a on anaven. I quan arribaven als camps, els feien escriure les seves adreces a les maletes perquè així després els hi podrien fer arribar. La seva crueltat arribava al punt que a la sala on es treien la roba abans d’entrar a les càmeres de gas els recordaven que sobretot recordessin en quin penjador deixaven la roba. Aquests és un dels motius que expliquen perquè no es va produir una revolta, perquè no van intentar fugir, perquè van anar submisos a l’escorxador

Al barri on hi havia el gueto de Cracòvia encara queden empremtes d’aquell horror com ara fragments de mur. Una barri que acollia unes 3.000 persones i que un cop convertit en gueto va passar a tenir 15.000 habitants. Els murs del gueto es van construir en forma de làpida per recordar als jueus que estaven a dins quin era el seu destí. Les finestres de les cases que donaven al barri van ser tapiades perquè els polonesos no poguessin ser testimoni de tot allò que estava passant al gueto. Un dels habitants més il·lustres d’aquell gueto era un nen que va aconseguir fugir i que anys més tard es convertiria en un dels directors de cinema més prestigiosos del món, Roman Polanski.


Visita a Auswitch

Vam visitar el camp de concentració en una visita guiada en espanyol. Certament, no és una visita agradable com no ho havia estat al camp de concentració de Dachau l’any passat. Tanmateix, crec que val la pena anar-hi per conèixer amb els mateixos ulls i la pròpia pell un dels escenaris més brutals de la història. Si el nazisme i l’holocaust ja indignen a qualsevol, surts d'Auswitch amb una barreja de tristesa i ràbia saps que no estàs trepitjant una pel·lícula sinó que toques aquell horror. Ara bé, també és dur descobrir fins on pot arribar la crueltat de la ment humana.

Em va impressionar molt el barracó de les latrines. M’era difícil concebre com pot una ment aniquilar fins al més mínim de la dignitat, fent que totes aquelles persones no tinguéssin ni dret a la intimitat per anar al lavabo, que fossin tractats com a bestiar. El barracó amb la filera de latrines, forats en uns blocs de ciment llarguíssims on els presoners feien cua, esperant que acabessin els altres, un barracó darrere l’altra. Hi podien anar al lavabo dos cops al dia, i se’t passava el torn ja no podies tornar-hi. De fet, si feies les teves necessitats fora de l’horari en algun altre lloc del camp (atès que allà no podies entrar) et podien tancar a al presó del camp de concentració.

Una presó en un camp de concentració. Així d’entrada, sembla una contradicció o una redundància. Si el camp de concentració ja és una presó. Doncs hi havia un altre esglaó més cap a la crueltat. La presó, especialment les cel·les per estar drets, és un dels llocs més esfareïdors on he estat mai. També ens van explicar que d’Auswitch es van escapar 140 persones. Quan vius en aquell infern, no deu quedar una altra alternativa. Ara bé, quina responsabilitat fugir! Quan algú s’escapava castigaven a la família del fugat i als seus companys de barracó. Com marxar sabent que per culpa teva faran patir o fins i tot mataran a les persones que estimes.

Així com el barracó de la mort on portaven a les dones quan ja no podien treballar per morir-se. Devien considerar que no valia la pena gastar bales o gas en matar aquestes dones, i les ficaven en aquell barracó abandonades, hacinades, amb rates i infeccions, sense menjar ni aigua, per morir-se. Entrar en aquell barracó on hi hagut tant patiment, tant dolor no es pot fer sense un nus a la gola. Enmig d’aquella penombra i aquell ambient claustrofòbic va entrar un ocell i es va posar a contrallum en els barrots del barracó. Em va semblar com un símbol d’esperança.

Feia tanta calor dins del barracó que costava respirar. A fora, al migdia d’agost devíem estar propers als 40 graus. Estar cinc minuts al sol escoltant el guia del camp era un suplici. Com diríem en castellà, buscava “una sombra donde arrimarse”, fins al punt de posar els peus que se’m començaven a cremar al refugi de l’ombra que feia el guia en el terra. Cinc minuts sota aquell sol inclement era una tortura. Imagina’t hores i hores formant pel recompte. Després de treballar en les mines i canteres, famèlics, malats, esgotats. Els morts anaven caient durant els recomptes. S’explica que el recompte més llarg va durar 19 hores. Hi ha coses tan aberrants que escapen al meu cervell.

Les mines de sal

A una mitja hora de Cracòvia estan les mines de salde Wielicska. És una excursió interessant, peculiar, diferent a la resta d’atractius de Cracòvia que es basen en la seva arquitectura o història. Així sí, si no queda temps jo seria l’excursió que descartaria.

Es pot arribar en transport públic o en autocar en una visita contractada. Igualment, les mines no es poden visitar pel compte propi, sinó que s’ha de fer amb un guia. Si no es porta una ruta organitzada, t’assignen un amb l’entrada.

El més divertit per a mi van ser el centenars d’escales que vam haver de baixar per assolir la profunditat de la visita, intentant no pensar en si t’agafa un atac de claustrofòbia i has de pujar per aquelles escales estretes de cargol amb tots els turistes baixant darrere teu. En la visita es pot conèixer com era de dura la vida treballant en aquella mina. Recordo especialment els cavalls que naixien allà i mai sortien a la superfície, tota la vida arrossegant tones de pedres de sal. Els miners es van convertir en artistes de sal i es poden veure diferents escultures més o menys boniques, sales, capelles i càmeres. Fins al punt que li diuen la catedral subterrània de Polònia. El cim d’aquest temple kitsch és la capella de sal enorme que van treballar durant generacions i on avui es poden fer concerts, bodes, espectacles. Hi ha una escultura de sal de Joan Pau II presidint la capella.


Dades pràctiques
L’aeroport de Balice o Joan Pau II és molt petit i està a només 12 km de la ciutat. Nosaltres vam agafar un autobús que va trigar uns 20 minuts en arribar a l’estació d’autobusos que està al costat del centre de la ciutat, en una espècie de gran centre comercial des d’on també surten els trens que connecten la resta del país. Varsòvia està a 3h en tren de Cracòvia.

Canvi: a Cracòvia hi ha moltes oficines de canvi, sobretot als carrers propers a la plaça Rynek Glowny. Però cal comprar preus perquè poden variar molt d’uns negocis a uns altres.

Idioma: el polonès no s’entén pràcticament res, així que no cal esforçar-se. En els restaurants i botigues es parla l’anglès mitjà, com a Espanya, així que és fàcil d’entendre’s.

Internet: molts hotels, restaurants, bars tenen wifi.

Restaurants recomanats

A Polònia es menja força bé. El plat estrella són els pirogi, una espècie de tortellini o ravioli més gran que fa farcit. De carn, de verdures, de formatge, de fruita. Es pot menjar com a primer, plat únic o com a postres. També pots triar si els vols bullits o a la paella. I el tipus de salsa que li vols posar per fer-ho al teu gust. Ara això sí, ja cal que aneu preparats/des per esperar i tenir paciència, perquè el servei és bastant lent a l'hora d'agafar la comanda, de servir i de cobrar.





Alguns dels restaurants on vam menjar millor són:

Fabrika pizzy
slawkowska street, 14
És un restaurant italià on tota la pasta, pizzes i postres estan molt bons, el preu és molt assequible i la decoració molt cuidada. Dels llocs on ens van atendre més ràpid.

Kuchnia u Doroty
Augustiańska 4  31-064 Kraków, Polonia
Restaurant de cuina polonesa al barri jueu. Molt bé de preu i molt bo tot. El servei molt agradable i trambé dels més àgils. 

Marmolada
c. Grodzka
Situat al costat de la plaça major en el carrer més popular i comercial de Cracòvia. El preu és més elevat que els dos anteriors però el menjà era fantàstic i el servei molt amable i encantador. Aquí trigaven una mica més seguint l'estil local però els van avisar que teníem pressa i es van afanyar. Recomanació dels pirogi de carn fregits amb bacon i el pastís de xocolata.

I al costat de l'església de Santa Maria, just en la cantonada davant de l'església fins l'església de Santa Bàrbara hi ha un restaurant georgià on vam sopar la primera nit a molt bon preu, molt bo i molt abundant (la imatge de la foto).

divendres, 6 de setembre del 2013

Polonia, una tierra resiliente

En estos días de vacaciones en que he tenido la oportunidad de acercarme un poco a la historia de Polonia, me he dado cuenta que se podría considerar que es un país resiliente. Es una tierra que ha sido maltratada, humillada, sometida, anulada invadida mil veces, explotada, pero que nunca se ha rendido. Se ha rebelado siempre frente a la dominación. Pocas veces con las armas, eso es cierto, y en la mayoría de ocasiones resistiendo en silencio, pero sin renunciar nunca a su identidad y su libertad.  Así, la población ha mantenida viva la llama de un sentimiento clandestino. Se me antoja casi como un río subterráneo, una marca bajo la piel, un secreto en el subconsciente, un mensaje escrito con tinta china. Por eso creo que Polonia es resiliente.

La resiliencia se refiere a la cualidad que tiene algunos materiales para doblarse pero sin llegar a romperse, pudiendo recuperar su forma original después de ser presionados y forzados. De la misma manera, las personas resilientes son aquellas que a pesar de haber sufrido grandes adversidades en la vida, se sobreponen llegando a ser a veces referente para los demás. También Polonia se ha doblegado muchas veces, y ha sufrido grandes adversidades, pero ha resistido sin romperse luchando por recuperar su libertad y autonomía, su identidad.

Algunos detalles muestran esa resistencia silenciosa. Así, en una época en que Polonia había sido anulada hasta el punto de no existir en los mapas, una de las mujeres más importantes de la historia le puso Polonio al elemento químico que acababa de descubrir, para reinvindicar el país donde había nacido aunque en aquel momento se llamara Rusia. También las marchas polacas de Chopin intentan mantener vivo el nombre de su país. Se trataba de hacer real un país que no existía.

Un país mil veces invadido
No hay que ser muy listo para darse cuenta que uno de los principales problemas de Polonia ha sido a parte de su geografía (una llanura fácil de invadir y conquistar) encontrarse rodeada de grandes potencias: Prusia (o Alemania), el Imperio Austrohúngaro y Rusia. Los ejércitos invasores corrían a sus anchas por sus anchas llanuras.

Eso sí, durante algún tiempo (s.XIV) fue el imperio más grande de Europa ocupando una superficie que iba del Mar Báltico al Mar Negro. Eso sí, la población vivió durante siglos en situación de esclavitud, motivo por el cual apoyaron a Napoleón en su lucha, porque prometió liberaros de la esclavitud y del feudalismo en el que aún se encontraban. Y es que Polonia es un país básicamente rural (de hecho, literalmente su nombre quiere decir “gente que campo”). Un país tradicional pero en algunos aspectos bastante moderno pues ya a mediados del siglo XVI declaró la libertad de culto llegando así a coexistir el catolicismo, protestantismo, judaísmo y Islam en bastante armonía.

Armonía interna, porque externamente los ataque se sucedían. Polonia fue invadida por tártaros, ucranianos, cosacos, otomanos, suecos, rusos, prusianos y austríacos. De hecho, estos tres últimos países se repartieron Polonia a finales del siglo XVIII. Así, durante 123 años Polonia fue borrada literalmente del mapa, desmembrado su territorio entre estos tres países. Además de la ocupación física, estos países no dudaron en imponer sus sistemas ignorando las leyes polacas e intentando erradicar el idioma y la cultura polaca. La población no se resignó a esa dominación y durante esos años se sucedieron las rebeliones, siempre aplastadas y seguidas de persecuciones y represión. Esos tiempos convulsos y la situación de miseria a la que se sometía al pueblo también generaron importantes olas migratorias.

Durante la I Guerra Mundial, la población polaca fue obligada a luchar en los bandos alemán, austriaco y ruso, sin poder oponer resistencia. En el libro “El pentateuco de Isaac” el protagonista explica el protagonista explica el sentimiento de frustración de tener que se mandado a la guerra a luchar por un país que no se considera propio. También relata como al acabar la guerra, su padre que era sastre introdujo la aguja en un pantalón siendo austríaco y la sacó siendo polaco. Y es que al finalizar la contienda Polonia recuperó su independencia. Después de más de un siglo de no existir. Fue una época agitada políticamente pero con estabilidad económica y cultural. Un progreso que la II Guerra Mundial truncó dramáticamente.

Los estragos de la II Mundial y el comunismo

Las clases de historia recuerdan como la II Guerra Mundial empezó con la invasión de Polonia. Y como el potente ejército alemán arrolló al austero ejército alemán que sólo pudo resistir un mes. Así pues Polonia estuvo bajo la ocupación alemana todo el tiempo que duró la guerra, con las consecuencias de sometimiento, represión y genocidio que eso comportó. Además, justo al principio sufrió otro durísimo golpe. Tan sólo 17 días después de ser invadida por Alemania, la Unión Soviética también invadió Polonia. De manera que en dos meses, el país volvió a ser divido entre dos imperios. Si en el lado dominado por los nazis la vida era una pesadilla, en el lado soviético no era mucho mejor. Se sucedían las ejecuciones en masa y los encarcelamientos y torturas indiscriminados. Uno de los episodios más tremendos es la matanza de Katyn. El hallazgo de unas fosas comunes reveló el asesinato con un tiro en la cabeza a manos del ejército soviético de miles de soldados y ciudadanos polacos en ejecuciones sumarias. El número de víctimas está calculado en 22.000. La cifra es escalofriante. Muchos de ellos eran oficiales de alto rango así como intelectuales polacos (periodistas, profesores, jueces, abogados, políticos). El objetivo era exterminar a la élite intelectual polaca. El destino volvió a jugar la carta macabra otra vez, y en 2010 el presidente de Polonia y la mayoría de su gobierno murieron en un accidente de avión cuando se dirían a Katyn a conmemorar los sucesos. Eso sí, los polacos nuevamente no permanecieron sumisos. Estaban sometidos sí, pero plantaron cara. Además de un importante movimiento de resistencia, la población se rebeló contra la ocupación alemana en los campos de concentración, en los guetos, e incluso en Varsovia. Evidentemente todas estas rebeliones fueron reprimidas, pero su espíritu de lucha permanece.

De esta manera, la ocupación alemana y soviética y el hecho de ser territorio de guerra durante tantos años fue devastador para el país, con 6 millones de muertos (un 18% de su población). Y después de tanto sufrimiento y tanto horror, cuando finaliza la II Guerra Mundial con la Vitoria aliada y Polonia es liberada de los ejércitos invasores y recupera su independencia, poco duró la alegría. En la conferencia de Yalta de 1945, se decide que Polonia permanezca bajo el poder soviético. Stalin inició entonces una nueva campaña de represión. Volvieron a Polonia las deportaciones, los juicios sumarísimos, los campos de trabajo, las torturas, las ejecuciones. El mismo protagonista de “El Pentateuco de Isaac” explica que al poco de se liberado de un campo de concentración, los rusos lo envían a un campo de trabajo en Siberia donde permanece hasta el resto de sus días. No hay descanso para este país? No se le puede conceder ni una tregua para aliviarlo de tanto sufrimiento?

Los años del comunismo en Polonia son una sucesión de revueltas de la población, protestas y represión.  En los años 80, se consiguió un gran logro que cambió al país: la libertad de sindicalismo y el derecho de huelga. A través del sindicato Solidarnosc liderado por Lech Walesa, los polacos se lanzan a reconquistar espacios de derecho y libertad. Huelgas, protestas, la ley marcial, los tanques en la calle. Se abrió un proceso imparable. De hecho, fue el primer país en 1989 en librarse del comunismo. 1989. No hace tanto de eso. Resulta tan reciente que ese país sea libre desde hace tan poco. Desde prácticamente ayer.


Y como país resiliente que ha conquistado su libertad, que ha sobrevivido, hoy es un país amable, alegre, optimista, incluso próspero, que a pesar de las heridas no guarda rencor ni reproches sino que mira al futuro con esperanza.