dilluns, 1 de setembre del 2014

Homenaje a Amèlie

COSAS QUE ME GUSTAN
El tomate, el queso, el chocolate
El sol tocándome la piel
El agua caliente, casi quemando
Mirar fotografías 
Las librerías
La playa en invierno
Tocar los aparatos en las tiendas
Los disfraces
Los gorros y las boinas
Los muebles y la decoración de forja
El olor a jazmín
El vino blanco


COSAS QUE ODIO
El frío y la lluvia
El incivismo y la mala educación
Que se me duerman las manos cuando duermo
Las colas y las esperas
Las cucarachas y las arañas
Los calcetines tirados por el suelo
Madrugar
Los pantalones "cagados"
Las bicicletas que tocan el timbre para que te apartes en la acera
Hablar por teléfono
El olor a basura de los containers




diumenge, 31 d’agost del 2014

Aspasia, una nueva mujer fascinante de Julio Medem

Reconozco que me decidí a leer “Aspasia, amante de Atenas” de Julio Medem por la curiosidad de ver cómo escribía uno de mis directores de cine preferidos, pero también con ciertas reservas esperando encontrarme un libro con una escritura en cierta manera superficial y esquemática. Qué ilusa de mí, olvidando que Julio Medem es de todo menos superficial y esquemático!

Y el resultado ha sido una auténtica y maravillosa sorpresa.  He leído las 800 páginas con pasión, totalmente sumergida en la historia y en el relato, disfrutando de cada descripción, cada personaje, cada clase de historia. El trabajo de documentación del libro es realmente admirable. Luego he leído que Medem ha dedicado 4 años a documentarse y escribir el libro. Por supuesto non soy experta en historia clásica, así que no puedo opinar sobre la veracidad de las historias y la verosimilitud de las escenas que recrea, pero por lo que he leído en las críticas el libro está fantásticamente documentado y recrea fielmente la sociedad y la vida de esa época.

Pese lo que he disfrutado con esta lectura, es justo avisar que no es un libro apto para todos los públicos. Sólo a los que le guste la historia, y la historia clásica en particular, le gustará el libro. Sino corren el riesgo de aburrirse con la descripción de las batallas, de la sociedad ateniense, espartana o persa, de cansarse de los discursos del gran maestro de la oratoria, Pericles, o las lecciones sobre filosofía. Y es que “Aspasia, amante de Atenas” nos introduce en todos esos aspectos de la Atenas clásica: historia, literatura, filosofía, oratoria, arte, mitología, política, teatro. A través de la apasionante vida del personaje real que fue Aspasia de Mileto, nos acercamos también a otros grandes de la historia como el mismo Pericles, Anaxágoras, Sócrates, Eurípides, Fidias, Sófocles, Hipócrates. Todos ellos tienen un espacio en la vida de
Aspasia, y que ésta fue una mujer fascinante de la Atenas clásica. La que fue esposa, aunque no se casaron nunca, del padre de la democracia, Pericles, fue una mujer inteligente, fuerte, sabia, y moderna que creó una famosa escuela de mujeres donde las mujeres podían adquirir los saberes que hasta entonces sólo se habían ofrecido a los hombres. Ciertamente, muy moderna para su época. Claro que en la novela de Medem, la escuela de Aspasia es también un negocio de sexo. Y es que como no puede ser de otra manera, el sexo tiene un papel destacado en su libro.

Y también como siempre las mujeres son las protagonistas de sus historias. Mujeres fuertes, inteligentes, apasionadas, decididas, independientes, valientes. Como Lucía, como las diferentes Anas, como Elena, como Mari, como Angela, como Lisa, como Belén, como Alba, como Natasha.

En este caso se trata de una mujer que existió realmente. Medem empieza explicándonos la infancia de la pequeña Aspasia en Mileto cuando ya muestra indicios de ser una niña muy espabilada e independiente. Y como es secuestrada por los persas y así podemos conocer la vida del harén en ciudades que resuenan tan fascinantes a nuestros oídos como Babilonia o Persépolis. Luego nos lleva a Esparta donde descubrimos la austera, dura y sectaria vida de los espartanos, para acabar en la demócrata, artística y vital Atenas. Lo dicho, una auténtica clase de historia clásica, sólo recomendables para los más interesados.


He visto que Medem está preparando una seria de televisión basada en su novela. Estoy expectante para verla pero no sé por qué tengo la sensación que las imágenes de televisión no podrán recrear la profundidad de las 800 páginas que he leído. Al parecer Medem estaba preparando una película sobre la vida de Aspasia y Pericles, pero los gastos de producción le estaban haciendo recortar demasiado el guión, renunciar a demasiadas cosas. Así que decidió explicar la historia tal y como querían, sin recortes, y entonces escribió la novela. En algunas entrevistas, Medem confiesa que antes de ser director de cine ya hizo sus pinitos como escritor adolescente y que la literatura era una cuenta  pendiente. Al fin y al cabo, ser director de cine o escritor se trata de lo mismo: de crear historias.

Para saber más:
Medem, Julio. "Aspasia de Mileto". S.L.U. ESPASA LIBROS. 2012
Aspasia de Mileto en Wikipedia
El busto de Aspasia de Mileto está en los Museos Vaticanos en Roma.
El cuadro es Sócrates buscando a Alcibíades en casa de Aspasia de Jean-Léon Gérôme.


diumenge, 24 d’agost del 2014

Aproximación a las Islas Åland (andando, en coche, en bicicleta, en kayak)


En medio del mar Báltico, a medio camino entre Suecia y Finlandia, se encuentran las Islas Åland, un lugar bastante insólito en Escandinavia que tuvimos ocasión de recorrer este verano en diferentes medios de transporte (a pie, en bicicleta, en coche y en kayak). Es sin duda un destino poco explotado turísticamente y muy tranquilo.


En bicicleta 
Posiblemente la bicicleta sea la mejor manera de descubrir  este peculiar archipiélago formado por más de 6.700 islas. Las islas son prácticamente llanas así que no hay grandes desniveles, además hay poco tráfico, y la mayoría están unidas por puentes o ferrys gratuitos que te permiten ir saltando de islita en islita. Y cuando te apetezca parar a descansar, a disfrutar el paisaje, a tomar un baño o a degustar sus postres típicos en alguna cafetería ocasional. Eso sí, no hay muchos establecimientos así que es buena idea llevarse provisiones.

Las bicicletas se pueden alquilar en la capital, en Mariehamn, por 12 o 14 euros la hora, o unos 35 la semana. La capital es la única ciudad pero apenas merecería ese nombre, puesto que es un pequeño y tranquilo pueblo de pocas casas y menos atractivos, que es muy representativa del ámbito apacible y tranquilo del resto del archipiélago.

Para alojarse, la oferta no es muy amplia puesto que ya he comentado que no está muy explotado para el turismo. De hecho, yo no he visto ni un solo hotel. Las opciones es alquilar cabañas, ir a un bed and breakfast o a un camping, pero siempre reservando con antelación. En nuestro camping estuvimos en un maravilloso camping en Vardo, el Sandösunds Camping, que fue mil veces mejor que un hotel.



A pie
Se pueden hacer diversos trekking para recorrer a pie las diversas islas del archipiélago. Ahora bien, hay que tener en cuenta que será una caminata tranquila y sin mucho esfuerzo, ya que como hemos comentado no hay apenas desnivel. Una ruta interesante que empieza cerca de Bormarsund puede llevar a uno de los puntos más altos de la zona, pero se trata de una pequeña colina. Esta ruta tiene el atractivo además de poder visitar diferentes cementerios antiguos: el cementerio ortodoxo, el judío y el musulmán.




En coche
Para distancias más largas lo más inteligente es recurrir al coche. En este sentido, se pueden realizar dos visitas interesantes.

El museo al aire libre de Jan Karlsgården: recrea la vida de las islas en el siglo XIX. Podemos conocer las casas más humildes con un espacio para las mujeres para hilar y uno para los hombres más en formato taller, las saunas antiguas, una herrería, así como una casa de verano e invierno de una familia más adinerada de la zona. Llama la atención que las dos casas están apenas separadas 100 metros o lo pequeñas que son las camas, pero luego lo entiendes cuando descubres que dormían incorporados (y no tumbados) por miedo a que la sangre se les fuera a la cabeza. El pueblo está al lado del castillo de Kastelholm, una construcción medieval del siglo XIV que era residencia de los reyes suecos y también fue prisión de algún que otro rey.
Y es que aunque la misma Finlandia fue parte de Suecia durante muchos años, no hay otro territorio en el país que haya mantenido los vínculos con su antiguo país como las Islas Åland. De hecho, tienen unas condiciones políticas, económicas y militares diferentes al resto de provincias de Finlandia.
Por ejemplo, el único idioma oficial en las islas es el sueco que habla el 93% de la población. El Estado finlandés ha respetado esta situación sin ningún drama, como pasa en otras latitudes, e incluso tiene la obligación de cuando envía un documento oficial a algún ciudadano de las islas hacerlo en sueco. Las Åland tienen además su propio sistema tributario (muy libre de impuestos), su parlamento, su propia bandera y un sello propio. Tiene, por lo tanto, un alto grado de autonomía. Todo se remonta a la independencia de Finlandia de Rusia (ya la URSS) en 1921, cuando las Åland dijeron que querían pertenecer a Suecia y no al nuevo país naciente. Al final, la Sociedad de Naciones decidió que el archipiélago formara parte de Finlandia pero manteniendo un estatuto especial de autogobierno. Como en Cataluña, tienen delegadas las competencias en áreas tan importantes como salud o educación.

También en coche se puede visitar la que posiblemente es la zona con más tráfico y turismo del archipiélago, las ruinas de la fortaleza de Bomarsund. Se trataba de una gran estructura defensiva que ingleses y franceses destruyeron prácticamente en una guerra en 1854. Y pese al ataque de franceses e ingleses, en realidad, a quién más manía se les tiene por estas tierras es a los rusos. Los años de pertenencia al Imperio Ruso no se recuerdan con especial cariño. El  dueño del camping nos explicó, mientras degustaba con deleite un fabuloso plato de pasta al que le habíamos invitado a cenar, todos los agravios y miedos contra la expansión rusa. Sin embargo, no sabemos qué pasaría en el caso de que Rusia invadiera las Åland puesto que las islas son zona desmilitarizada desde el final de la Guerra de Crimea en 1856. Así, las islas no participarían en una guerra en la que se viera inmerso su propio país, Finlandia. Pero ¿qué pasaría si fuera Åland quién necesitara apoyo militar?
En kayak
Una buena idea para conocer la costa es recorrerla en kayak. El mar no es apenas salado y poco profundo.  En el camino marítimo apenas te encuentras alguna casa con su propio embarcadero. En general en las islas no hay muchas casas ni gente. Y es que no es fácil ser ciudadano de las Åland. Para ello, hay que tener como mínimo el padre o la madre nacidos en el archipiélago, o haber vivido en las islas durante bastantes años.

Después del kayak, lo más apetecible fue tomar una sauna de una hora. En el camping tenía una sauna flotante sobre el Báltico, sobre una plataforma de madera, con un cambiador muy vintage delante. Para ir refrescándote de vez en cuando de la sauna, lo mejor era salir y sumergirse en las aguas del Báltico, sorprendentemente poco frías.

Y para recuperar fuerzas después de tanto ejercicio, en el camping nos deleitaron con el postre típico local: las tortitas de Aland. Una especie de pudding cuyo ingrediente secreto es el cardamomo, acompañado de compota de frambuesa o arándanos y crema batida.

Si quieres saber sobre las saunas puedes leer otra entrada de mi blog aquí




divendres, 15 d’agost del 2014

Visitas imprescindibles en Helsinki

La capital de Finlandia no es una ciudad deslumbrante, pero bien merece un par de jornadas para descubrir algunos de sus encantos. Además al ser pequeña y tener la mayoría de atractivos concentrados en el centro recorrerla es fácil y accesible.




Isla-fortaleza de Suomenlinna

En el puerto, justo al lado del mercado al aire libre, y indicado con unas banderas en amarillo y azul, se pueden comprar los billetes del ferry que sale cada media hora rumbo a la isla-fortaleza de Suomenlinna. El trayecto dura una media hora hasta este lugar que es Patrimonio de la  Humanidad de la Unesco. Lo que hoy es un apacible y relajado lugar para ir a pasear tuvo un origen y un sentido mucho menos tranquilo, puesto que se trata de una antigua fortaleza militar. La construyeron los suecos a mitad del siglo XVIII para defender la ciudad de los rusos, cuando Finlandia formaba parte de Suecia. La fortaleza fue construida siguiendo los preceptos de Vauban, ingeniero militar de quién no había oído hablar en mi vida pero que todos lo que han leído Victus de Albert Sánchez-Piñol sabrán que fue el más reconocido de su tiempo.

En la isla se pueden visitar las murallas, los cañones, la iglesia de Suomenlinna de 1854 que fue ortodoxa y luego luterana, el patio de armas donde se encuentra el sepulcro del ingeniero que diseñó la fortaleza, el dique seco donde se construyeron los buques de la flota sueca y hoy se dedica a la restauración de naves antiguas, los seis museos que hay distribuidos por toda la isla (museo sobre la historia de la fortaleza, museo militar, museo de un submarino finlandés, museo de la aduana, museo del juguete, etc.) El emblema de la isla es la puerta del Rey. Fue construida para que pudiera desembarcar el rey en su visita a la fortaleza en el siglo XVIII.

Unas ochocientas personas viven actualmente en la isla, y dispone también de alojamiento para turistas como un delicioso albergue (Hostel Suomenlinna). Así pues dispone de supermercado, bares, tiendas y hasta una biblioteca y un salón de té.

Se pueden invertir un par de horas en recorrer la isla o dedicarle todo el día. Por ejemplo, si se tiene tiempo y hace buen día puede ser un buena idea para ir a tomar el sol en su césped inmaculado o sobre las rocas y darse un baño en el Báltico


Isla de Seurasaari
El autobús 24 que se coje detrás del teatro al final del Paseo de la Esplanada lleva hasta la isla de Seurasaari que alberga un museo al aire libre de la vida tradicional finlandesa.

A tan sólo 20 minutos del centro de la capital finlandesa resulta asombroso encontrar este lugar lleno de bosques, naturaleza, y ambiente rural y de otra época. Un lugar ideal para pasar, relajarse, correr, caminar, hacer ejercicio, también para tomar un baño. En una parte de la isla se observan los edificios antiguos del país: granjas, iglesias, casas de familias más adineradas, todo de madera.


Visitas en el centro de la ciudad
 
  • La plaza del Senado: con sus impresionantes escaleras que ascienden a la blanca y brillante catedral. En la misma plaza encontramos el Consejo de Estado, la Universidad y la Biblioteca Nacional.
  • Plaza del Mercado: es el corazón de la ciudad. Junto al puerto se instalan puestos y tenderetes donde comprar recuerdos, joyas pero también comida como frutas, especialmente todo tipo de bayas. También se puede comer en alguno de sus puestos. En nuestro caso comimos reno con verduras.
  • El mercado de abastos: se trata de un mercado cubierto justo al lado del mercado al aire libre, con puestos más selectos, bien puestos, bonitos y con comida más gourmet. Además de comprar también se puede comer. Recomendable la sopa de marisco. Cierran por la tarde.
  • La capilla Kampi: uno de los lugares más especiales, y para mí imprescindibles, de Helsinki es esta asombrosa capilla de madera. Un oasis de paz en medio de la zona más comercial de la ciudad. Además se trata de una capilla donde no se realizan misas, sino que es un lugar para la introspección, la relajación y la espiritualidad.
  • La iglesia de Temppeliakio: excavada en la roca.
  • La catedral ortodoxa: situada junto al puerto, es la iglesia ortodoxa más grande de Europa occidental. Recuerda levemente, salvando las distancias, a mi adorada San Nicolás de Moscú.
  • El paseo de la Esplanada: justo al lado del puerto, es un buen lugar para pasear, sentarse y relajarse y ver pasar a los turistas y autóctonos. Y si se tiene suerte incluso coincidir con algún concierto de jazz.
  • Estación central de ferrocarril: recuerda modestamente a la estación central de Nueva York.
  • Parlamento: sobrio edificio de los años 20 del siglo XX.
  • Monumento a Sibelius: se puede visitar tomando el autobús 24 de camino o de vuelta de Seurasaari. Es una instalación que crea sonidos y ecos en sus cavidades.
  • La ciudad del diseño: Helsinki es famosa por el diseño y tiene un barrio lleno de tiendas y galerías de arte donde encontrar los objetos y piezas más modernas e innovadoras.

 Helsinki en un día o dos

Con un programa ajustado sería posible realizar todas las visitas en un solo día pero si se quiere ir más relajado se pueden espaciar en dos jornadas.

Si sólo se dispone de un día de visita una buena opción es visitar una isla a primera hora de la mañana y la otra a primera hora de la tarde, comer en el mercado al aire libre o el mercado de abastos, y visitar el resto de la ciudad por la tarde. Siempre y cuando estemos hablando de la época estival en que el cielo no se oscurece hasta pasadas las diez o las once de la noche. En invierno, el programa de un día sería mucho más complicado.

También hay quién recomienda tomar las líneas 2 o 6 del tranvía para tener una panorámica rápida de la ciudad.

Si se dispone de dos días para visitar la capital finlandesa, lo más recomendable sería ir cada día a una isla y el resto del tiempo dedicarlo a recorrer el centro de la ciudad.








dilluns, 11 d’agost del 2014

La cultura de la sauna en Finlandia

Sin duda, una de las cosas más sorprendentes de Finlandia es descubrir en una sauna en todos los alojamientos. Ya sean casas, albergues, bungalows de camping. En un rincón del lugar siempre hay un espacio para instalar una sauna. Preferiblemente de leña, claro, pero también las hay eléctricas. Las mejores saunas son las de de “humo” donde los gases y el humo producidos por la combustión de leña permanecen en el interior durante horas. Se necesita unas tres o cuatro horas para prepararlas, pero el calor que almacenan duran unas seis horas.

Casi todos los finlandeses tienen una sauna en casa, aunque también hay saunas públicas. De hecho, hay saunas en cafés, restaurantes, en colegios y en las empresas y oficinas donde jefes y empleados se reúnen para socializar, discutir y reflexionar. Es más, cuando uno tiene invitados en casa, la mejor muestra de hospitalidad es invitar a los huéspedes a compartir la sauna con nosotros. Si esta costumbre ya nos parece extraña a los no finlandeses, todavía lo más cuando descubrimos que la manera autóctona de ir a la sauna en Finlandia es desnudos.

Meterse desnudos en una sauna con la familia política, los amigos o los compañeros de trabajo o de clase, e incluso con los jefes, se nos antoja imposible en estas latitudes. De pronto, piensas que son una cultura muy liberal y desinhibida pero cuando hablas con ellos te das cuenta que no lo son más que nosotros que hacemos topless en la playa. Es como si las normas de pudor de la vida cotidiana no se aplicaran cuando uno entra en una sauna. No es ir desnudo, es estar en la sauna. Igual que en la playa uno tampoco va en ropa interior (o sin ropa interior) porque es la playa.

Tanto desnudo en espacio tan cerrado y oscuro no debió parecerle demasiado bien a ciertas religiones moralistas. Así que cuando el cristianismo se impuso en Finlandia no tardó en regular el uso de la sauna, que además instaló como obligatorio los sábados para ir limpios y depurados el domingo a misa.

Así pues la sauna se trata pues de una actividad que forma parte de la vida cotidiana de Finlandia y se ha convertido en un símbolo de identidad nacional. Es un elemento crucial en las vidas de esta población desde hace muchos siglos. En la sauna se traían los niños al mundo, permanecían las mujeres después de haber parido, se introducía a los enfermos y a los moribundos. Y es que la sauna era el lugar más higiénico de los hogares finlandeses. La sauna también era el lugar donde se secaba el cereal y el lino, se calentaba la malta para la cerveza o se lavaba la ropa.

En su origen era una cavidad rodeada de piedras. Luego se convirtió en un edificio cuadrado de troncos. Más tarde, se añadió la chimenea.

Así una de las experiencias más placenteras del viaje a Finlandia fue toma una sauna en las Islas Aland, después de un día de gran actividad física realizando un trekking y un paseo en kayak por el Báltico. Lo mejor para recuperarse fue pasar una hora en una sauna flotante de leña sobre el mar. Y cuando la temperatura y el sudor se hacían insoportables, salir y sumergirse en las refrescantes aguas del Báltico para reactivar la circulación. O cuando estás al borde de explotar de calor, que alguien te tire un cazo de agua fría por la cabeza.


diumenge, 10 d’agost del 2014

El Museu Vasa, la conmemoración de un fracaso

Es absurdo dedicar un museo dedicado a un barco que nunca navegó”, comentaba desconcertada una compañera madrileña mientras visitábamos el Museu Vasa de Estocolmo. “Precisamente por eso es una historia tan emocionante, ahí está la historia, en el fracaso”, le respondía yo ante lo que me parecía evidente. Hacer un homenaje a un fracaso, a una derrota, a un fiasco. Será como catalana he integrado en mi ADN que las historias más memorables son las que acaban mal y que es perfectamente posible dedicarle un museo a un fracaso. Hasta el punto que un país puede decidir que su día nacional sea la celebración de una derrota. Las derrotas siempre han sido más románticas que las victorias. 

En resumen, que me pareció fascinante que Estocolmo viviera rindiendo pleitesía a un barco que fue la embarcación más poderosa de su tiempo, y que se hundió el día que se hizo a la mar… a tan solo un quilómetro del puerto. Frente a los ojos atónitos de toda la población que se había concentrado para ver zarpar al mayor barco del momento, el orgullo de toda una nación. Justamente tal día como hoy, un 10 de agosto, pero de 1628 zarpó del puerto de Estocolmo. La travesía naval más corta de la historia. A 300 metros del puerto una ráfaga de viento escoró el barco. Empezó entonces a entrar agua hasta hundir el barco en cuestión de minutos. Aunque en un primer momento se adujo que el problema se debía a que los cañones no estaban bien amarrados, parece ser que la razón del hundimiento se debió a un error en el diseño del barco que era demasiado ancho e inestable. De las más de 400 personas que iban a bordo, sólo murieron unas 30, el resto consiguió escapar. Sin embargo, culpables y víctimas aparte, la auténtica historia del Vasa no reside tanto en el naufragio como en su rescate y recuperación. 

Historia de un rescate 
Entrar por la puerta del Vasa Museo y encontrarse ese coloso de madera reluciente pone la piel de gallina. El espectáculo es impresionante. Vale muchísimo la pena su visita, si se tiene más de un día para pasar en Estocolmo. El navío es una auténtica joya de restauración. Se trata del único barco del siglo XVII que ha llegado intacto hasta nuestro tiempo. Y es que el Vasa es auténtico en un 98%. Resulta asombroso ver en el vídeo introductorio como los carpinteros tuvieron que montar un gigantesco puzzle para colocar cada tablón de madera en su sitio. 

La historia de su rescate empieza 333 años después de su hundimiento, cuando un ingeniero civil después de mucho tiempo intentado encontrar el barco sumerge una sonda y recupera un pedazo de madera. El relato del rescate es digno de una novela. Estamos en 1961 y los medios no eran tan avanzados como lo son hoy. Así que unos buzos tuvieron que cavar unos túneles para introducir unos cables y desde unas plataformas devolver a la superficie al Vasa. Fue un acontecimiento de su época, seguido por televisión en medio mundo y con toda la población de Suecia expectante. 

Después de reflotar el barco empezó el largo proceso de recuperación que ocupó varias décadas. Nada más y nada menos que durante 17 años fue rociado con un material que se utiliza en cosmética para mantener el barco fuera del agua. Y luego se dejó secar durante 9 años. Se decidió entonces construir un museo para albergar el barco. 


Además de admirar al Vasa en toda su belleza y esplendor desde diferentes niveles y puntos de vista, en el museo se puede profundizar en la historia del naufragio así como del rescate. Pero también es interesante porque permite conocer cómo era la vida a bordo de un barco así como era la sociedad de época. 

Al encontrarse durante más de 300 años bajo el mar Báltico, un mar tan bajo en concentración de sal, muchísimos objetos del barco se han conservado intactos. Incluso se han encontrado los cuerpos de los ahogados con zapatos y trajes en buen estado. Se ha realizado un extraño experimento de reconstruir a las víctimas, tomando los esqueletos como base, esqueletos que se pueden ver en el museo. Es posiblemente la parte más escabrosa del museo. 



También pueden admirarse los objetos cotidianos como monedas, juegos, vasijas, cubiertos, armas, que se han encontrado en el barco. Y alguna de las 1.200 esculturas que tenía el navío de guerra que además se ha descubierto que estaba pintado de color bermellón, lo que da una pista de lo imponente que era este barco en su tiempo. Para mí ha sido una de las visitas más memorables de mi paso por Estocolmo. 
Más información: Vasa Museo

dimarts, 18 de febrer del 2014

Abrazando desconocidos

Hace un par de meses y gracias al postgrado de Fundraising que estoy realizando tuve la oportunidad de vivir una experiencia muy emocionante, enriquecedora y que me ha dado mucho que pensar. Visitar una entidad y charla con unos beneficiarios de la entidad, empatizar con ellos, entenderlos, escucharlos, y en definitiva, aplicar la escucha activa. Ese era el encargo de la asignatura. Una vez asumido el encargo, creo que todos salimos del aula un poco asustados. Una cosa es teorizar sobre las entidades y otra muy distinta pisar terreno, hablar y tocar a las personas. “Es un reto y no sabemos cómo saldrá”, nos anunció el profesor de la asignatura. Cosas que pasan cuando eres la primera promoción de una asignatura, que haces de conejillo de Indias. De hecho, en mi caso fue una experiencia maravillosa, pero no pueden decir los mismo otros compañeros que no pudieron acceder a los usarios. “Que me toque infancia, que me toque infancia”, me repetía a mí misma deseando que me asignaran un colectivo que trato en mi trabajo habitual. Pues no. Me tocó como colectivo, personas con SIDA o VIH en situación de exclusión social. La Asociación Acollida y Esperança. Un colectivo desconocido para mí, que era un auténtico reto personal y profesional. Nerviosos y expectantes, así nos dirigimos a Can Banús mi compañero de trabajo y yo una mañana de diciembre. Can Banús es una enorme y preciosa masía en Badalona donde viven 25 personas con SIDA o VIH en situación de exclusión social. Allí nos abrieron las puertas de su casa las 25 personas que viven allí, los educadores/as, voluntarios, profesionales. Nos recibió con mucha atención y deferencia el director del centro y después nos acogió Natalia, la responsable de comunicación, que con gran afecto y entusiasmo nos acompañó durante casi 4 horas enseñándonos las instalaciones y los proyectos. Natalia y dos personas que viven en Can Banús que nos fueron explicando su vida allí, su vida de antes, y sus sueños de futuro. A los problemas que supone el deterioro de salud, se añade una enfermedad tan estimagtizante como el SIDA y las circunstancias que a menudo la acompañan. Muchas de estas personas lo han perdido todo: familia, amigos, no tienen dinero, ni trabajo, muchos han estado en la cárcel, a veces no tienen regularizada su situación porque son inmigrantes en situación ilegal, y la mayoría vivían en la calle. De hecho, Can Banús nace en los años 80 cuando unas personas decidieron hacer algo para acoger a las personas que en aquel entonces morían solas en la calle por culpa del SIDA y las drogas. Hoy Can Banús es la casa para estas personas. Un oasis. Allí sentados frente a unos zumos, dos personas nos explicaron sus vidas trucandas por la droga en la juventud, y el SIDA después. La soledad, la pérdida de familia, amigos, trabajo, vivienda, el desarraigo. Dos auténticos desconocidos que nos abrieron su corazón a dos desconocidos como mi compañero y yo. Fue tan el acto de sinceridad y generosidad, tan similares a las nuestras sus vidas antes de la droga, y tan duras sus existencias después de la droga, que nos emocionamos. Nos fundimos en un abrazo con ellos. Y al salir de Can Banús, nosotros también estábamos emocionados por lo que nos habían ofrecido aquellos desconocidos. Y qué encuentran estas personas en Can Banús? Oportunidades de vida. Mejorar su calidad de vida. Un lugar donde cuidar su salud con un equipo de una enfermera y un médico, encuentran afecto, compañía, en el equipo de educadores y monitores, establecer lazos con sus compañeros, un hogar donde vivir. Aquí tienen su hogar, su habitación, su sala de estar. Y otras pequeñas cosas que son muy importantes. Un dentista que les ayuda a sonreir y recupera su autoestima. Cuando están recuperados se valora si pueden dar el siguiente paso y se les apoya en su proceso de autonomia para buscar un trabajo o un piso compartido, que no siempre es fácil y es que no todos estan en condiciones de dar ese paso. En Can Banús viven 25 personas pero el año pasado las solicitudes para poder entrar en Can Banús se incrementaron un 50%. Al conocer sus historias de como se truncó su vida por culpa de la droga teniendo vidas no tan distintas de la mía pensé en cómo aquella generación que eran jóvenes a finales de los 70, principios de los 80, tuvieron sobre su cabeza una espada de Democles. Dependiendo de las amistades, los entornos, el ambiente, se producía o no una invitación a probar la droga. Y ya la suerte estaba echada. Ahora es más fácil dar mensajes desde la distancia, creer que es estúpido aceptar probar la droga pero entonces no se conocían como ahora los efectos de la heroina en toda una generación, la degradación que comportaba, la dependencia brutal. Mis padres, mis tíos, algunos de mis primos, era jóvenes en esa época. No tener los mismos problemas que conocí en Can Banús fue cuestión de azar, lotería, o circunstancias de la vida.