diumenge, 10 d’agost del 2014

El Museu Vasa, la conmemoración de un fracaso

Es absurdo dedicar un museo dedicado a un barco que nunca navegó”, comentaba desconcertada una compañera madrileña mientras visitábamos el Museu Vasa de Estocolmo. “Precisamente por eso es una historia tan emocionante, ahí está la historia, en el fracaso”, le respondía yo ante lo que me parecía evidente. Hacer un homenaje a un fracaso, a una derrota, a un fiasco. Será como catalana he integrado en mi ADN que las historias más memorables son las que acaban mal y que es perfectamente posible dedicarle un museo a un fracaso. Hasta el punto que un país puede decidir que su día nacional sea la celebración de una derrota. Las derrotas siempre han sido más románticas que las victorias. 

En resumen, que me pareció fascinante que Estocolmo viviera rindiendo pleitesía a un barco que fue la embarcación más poderosa de su tiempo, y que se hundió el día que se hizo a la mar… a tan solo un quilómetro del puerto. Frente a los ojos atónitos de toda la población que se había concentrado para ver zarpar al mayor barco del momento, el orgullo de toda una nación. Justamente tal día como hoy, un 10 de agosto, pero de 1628 zarpó del puerto de Estocolmo. La travesía naval más corta de la historia. A 300 metros del puerto una ráfaga de viento escoró el barco. Empezó entonces a entrar agua hasta hundir el barco en cuestión de minutos. Aunque en un primer momento se adujo que el problema se debía a que los cañones no estaban bien amarrados, parece ser que la razón del hundimiento se debió a un error en el diseño del barco que era demasiado ancho e inestable. De las más de 400 personas que iban a bordo, sólo murieron unas 30, el resto consiguió escapar. Sin embargo, culpables y víctimas aparte, la auténtica historia del Vasa no reside tanto en el naufragio como en su rescate y recuperación. 

Historia de un rescate 
Entrar por la puerta del Vasa Museo y encontrarse ese coloso de madera reluciente pone la piel de gallina. El espectáculo es impresionante. Vale muchísimo la pena su visita, si se tiene más de un día para pasar en Estocolmo. El navío es una auténtica joya de restauración. Se trata del único barco del siglo XVII que ha llegado intacto hasta nuestro tiempo. Y es que el Vasa es auténtico en un 98%. Resulta asombroso ver en el vídeo introductorio como los carpinteros tuvieron que montar un gigantesco puzzle para colocar cada tablón de madera en su sitio. 

La historia de su rescate empieza 333 años después de su hundimiento, cuando un ingeniero civil después de mucho tiempo intentado encontrar el barco sumerge una sonda y recupera un pedazo de madera. El relato del rescate es digno de una novela. Estamos en 1961 y los medios no eran tan avanzados como lo son hoy. Así que unos buzos tuvieron que cavar unos túneles para introducir unos cables y desde unas plataformas devolver a la superficie al Vasa. Fue un acontecimiento de su época, seguido por televisión en medio mundo y con toda la población de Suecia expectante. 

Después de reflotar el barco empezó el largo proceso de recuperación que ocupó varias décadas. Nada más y nada menos que durante 17 años fue rociado con un material que se utiliza en cosmética para mantener el barco fuera del agua. Y luego se dejó secar durante 9 años. Se decidió entonces construir un museo para albergar el barco. 


Además de admirar al Vasa en toda su belleza y esplendor desde diferentes niveles y puntos de vista, en el museo se puede profundizar en la historia del naufragio así como del rescate. Pero también es interesante porque permite conocer cómo era la vida a bordo de un barco así como era la sociedad de época. 

Al encontrarse durante más de 300 años bajo el mar Báltico, un mar tan bajo en concentración de sal, muchísimos objetos del barco se han conservado intactos. Incluso se han encontrado los cuerpos de los ahogados con zapatos y trajes en buen estado. Se ha realizado un extraño experimento de reconstruir a las víctimas, tomando los esqueletos como base, esqueletos que se pueden ver en el museo. Es posiblemente la parte más escabrosa del museo. 



También pueden admirarse los objetos cotidianos como monedas, juegos, vasijas, cubiertos, armas, que se han encontrado en el barco. Y alguna de las 1.200 esculturas que tenía el navío de guerra que además se ha descubierto que estaba pintado de color bermellón, lo que da una pista de lo imponente que era este barco en su tiempo. Para mí ha sido una de las visitas más memorables de mi paso por Estocolmo. 
Más información: Vasa Museo

1 comentari:

  1. qué bueno! los peruanos también somos expertos en celebrar derrotas, pero creo que es porque no conocemos otra cosa! xD

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